Martín Kohan en el Salón de Actos

Acompañado por la jefa de Departamento de Lengua y Literatura, Prof. Claudia Moronell y por la Prof. Paula Tomassoni, el escritor Martín Kohan se presentó el viernes 13 en el Salón de Actos del Colegio para charlar con los estudiantes de 6º año, acerca de su novela Dos veces junio, obra que integra el programa de la materia. 

En su intercambio con los alumnos, Kohan comenzó explicando la importancia de escuchar diferentes lecturas de sus textos. Destacó que, como escritor, no se siente dueño del sentido de sus obras sino que, a pesar de haber atravesado un proceso personal de creación, una vez hecho público, el texto es de los lectores. Es por eso que, para él, este tipo de encuentros resultan siempre celebratorios.

En referencia a la literatura testimonial, Kohan señaló que después de la dictadura, los primeros textos en aparecer y que fueron buscados con avidez -al igual que después de la Guerra de Malvinas- fueron testimoniales y estableció una serie de similitudes y diferencias entre su propia literatura y este tipo de textos.

Entrando de lleno en su novela, relata que al escribirla algunas cuestiones se transformaron en obsesiones recurrentes. Una de ellas fue la posibilidad de establecer un límite entre víctimas y victimarios. Respecto a este punto sostiene que “no necesariamente existen víctimas y victimarios, que uno puede ser víctima de un modo y victimario de otro” y agregó que “en algún sentido, el personaje del conscripto es víctima pero también cómplice.” Desentrañar los hilos de esas complicidades es un desafío presente en su obra.  

Avanzada la charla y en un fluido intercambio con los alumnos, el escritor respondió acerca de la relación entre su novela y la literatura de denuncia y cómo había hecho para construir un personaje con el que no estaba de acuerdo. Kohan respondió que “si se hubiera tratado de un texto declaratorio en contra del represor, hubiera sido mucho más tranquilizador.” Respecto a la segunda pregunta, sostuvo que el hecho de que el narrador sea tan distinto a él y que, además, “en ningún momento cuestione la calidad de persona que es el doctor Mesiano, resulta muy perturbador y hace al texto más potente y poderoso que si fuera de denuncia.”

Si bien reconoció que los textos de denuncia tienen su valor por ir directamente al meollo de la cuestión, conllevan una moral que supone decir lo que está mal desde el lugar del bien. En cambio él reniega del moralismo -el que señala al otro con el dedo acusador-  y cree en la discusión horizontal. Esto no significa que sea un relativista, que todo le dé igual, sino que tiene sus valores y los defiende enfrentándose a los valores o no valores de otros. Esta posición trata de volcarla en sus obras. 

A propósito de esta cuestión se detuvo en la escena de Dos veces junio, en la que la chica cautiva le pide ayuda al conscripto y él se niega. Es en ese instante se produce una doble mirada: la detenida pide ayuda como víctima y el conscripto la ve como guerrillera. La consecuencia de instalarse cada uno en un lugar distinto es que no haya vínculo posible. 

Acerca de la escena final de la novela, reconoció que la pensó mucho y que le sirvió para remarcar que el conscripto nunca tuvo culpa ni remordimiento por las decisiones que había tomado. Esto, desde su punto de vista, explica que la vida no es moralmente unidireccional. Aceptarlo permite que puedan verse otras vinculaciones que, en definitiva, hacen posible desentrañar las causas de las cosas. 

Sobre el final, frente a un auditorio colmado de estudiantes, retomó el principio de la charla en la que recordó sus días de alumno en el Colegio Nacional Buenos Aires, en el marco de la dictadura. Sin embargo reconoció que cuando ingresó al colegio, en la década del 80, ya había cien alumnos desaparecidos. Si bien sostuvo que le tocó vivir un clima de autoritarismo y tensión, de otros modos de vínculos y relaciones, reconoció que no vivió en el epicentro de la desaparición forzada de personas y, en este sentido, entiende que tiene una diferencia con otros escritores de su generación.  

La visita de Martín Kohan resultó una experiencia sumamente enriquecedora para alumnos y profesores, que tuvieron la posibilidad de intercambiar perspectivas acerca de la obra de uno de los más destacados escritores argentinos contemporáneos.