Planificar la emergencia. Virtualizar el Colegio

Las medidas de aislamiento social, preventivo y obligatorio, dispuestas desde el 18 de marzo por el gobierno nacional, coincidieron con el inicio del ciclo lectivo 2020. Esta imprevista situación obligó, en el ámbito del Colegio, a la conformación de un equipo integrado por la Dirección, la Secretaría Académica, el área de Educación a Distancia y la especialista en formación docente en inclusión tecnológica de la UNLP, Dra. Alejandra Zangara, con el objetivo de crear un plan de trabajo que definiera herramientas y metodologías que hicieran posible gestionar en el nuevo escenario. Este plan de trabajo se conformó en tres etapas.

La primera, que comenzó apenas iniciado el aislamiento, supuso el desafío urgente de virtualizar el Colegio en su totalidad, desde el trabajo con alumnos hasta las actividades académicas y administrativas.

Inmediatamente, se evaluaron distintas posibilidades de mantener contacto con los estudiantes y se llegó a la conclusión de que, dado lo heterogéneo del alumnado, la forma más sencilla y universal iba a ser también la más eficaz.

La primera cuestión a considerar fue la poca experiencia en aplicación de herramientas tecnológicas a la educación que tenían la mayoría de nuestros docentes y alumnos así como la falta de certeza acerca de la disponibilidad de dispositivos y de la conectividad necesaria para soportar las plataformas educativas disponibles.

Es por eso que, a mediados de marzo, se elaboraron dos mapas: uno de inclusión digital y otro de conectividad de las familias. Los datos fueron obtenidos cruzando distintas variables con las que se contaba en el Colegio y fueron corroborados mediante llamados telefónicos y encuestas realizadas por preceptores. Esta información resultó un valioso insumo para planificar estrategias de integración destinadas a aquellos estudiantes que se veían imposibilitados de participar de las clases por falta de conectividad y/o acceso a dispositivos tecnológicos.

Este cuadro de situación permitió definir las herramientas y metodologías a abordar con el objetivo de favorecer la democratización y el acceso a las tecnologías por parte del mayor número de estudiantes posible. Se decidió, entonces, el uso de herramientas simples, como el mail institucional y Facebook (optativa), con el propósito de poner en contacto de manera inmediata a los estudiantes con sus docentes, sorteando el primer desafío de situarlos en una misma aula. Se evaluaron otras opciones, sin embargo, los entonos virtuales que ofrecía la UNLP requerían de tiempos administrativos y de capacitación más prolongados.

En cuanto a las nuevas metodologías, se diseñó un circuito donde las actividades cargadas en el sitio web del Colegio resultaran de fácil acceso para los estudiantes, quienes una vez resueltas, podrían devolverlas vía mail a sus docentes. En paralelo, Facebook posibilitaba un espacio de intercambio. Las tareas fueron coordinadas por la Secretaría Académica y los distintos Jefes de Departamento cuyos docentes, atendiendo a los contenidos mínimos, elaborarían una tarea por área y por nivel, con una frecuencia semanal o quincenal.

La etapa de puesta en marcha del plan de trabajo requirió de la elaboración de cuatro documentos: tres destinados a docentes, estudiantes y familias en el que se describen las metodologías a implementar y un cuarto documento en el que se define la estructura de cada actividad (contenidos, formato, objetivos didácticos, fecha de entrega, etc.) de manera tal de coordinar tareas y, fundamentalmente, obtener una homogeneidad en las herramientas de participación. 

Una vez pasada la emergencia, la segunda etapa se focalizó en la necesidad de planificar la nueva normalidad. Se establecieron cronogramas, se crearon agendas de actividades y se agregaron nuevas herramientas como las licencias de videoconferencia mediante Zoom, adquiridas por la UNLP, para cuya utilización correcta y segura se impartieron una serie de recomendaciones que fueron tenidas en cuenta al momento de diseñar el plan de acción y la capacitación docente.

Los estudiantes que, por diferentes razones, no tienen posibilidad de conectarse están recibiendo cuadernillos de actividades en papel. Asimismo se han reasignado las becas que habitualmente otorga la Asociación Cooperadora para fotocopias a la compra de datos móviles, con el objetivo de garantizar conectividad, de manera tal que los alumnos que no cuenten con otro medio puedan enviar las actividades por WhatsApp a sus preceptores para que ellos, a su vez, se las entreguen a los docentes.

Actualmente, se está transitando la tercera etapa del plan de trabajo. La dinámica lograda entre docentes y alumnos, así como la regularización de las tareas académicas y administrativas hace posible que los esfuerzos se centren en la creación de un espacio de formación de carácter optativo y en el desarrollo de un protocolo de buenas prácticas de docentes y preceptores, que se realiza por videoconferencia. Estos encuentros semanales  sirven para explicar y evacuar dudas sobre el circuito de actividades y las metodologías, intercambiar experiencias y capacitar en el uso de distintas herramientas tecnológicas.

La capacitación fue planificada a partir de los intereses de los docentes, recabados mediante una encuesta de Google Form, y se estructuró en tres ejes: lectura teórica, metodología didáctica y herramientas digitales.

 Todos los jueves, desde el comienzo de la Pandemia, se realiza una reunión para docentes vía Zoom -con licencia de la UNLP- a las que se han sumado, los días viernes, videoconferencias destinadas a preceptores (una en el turno mañana y otra por la tarde) con el propósito de brindar herramientas que contribuyan con la tarea de apoyo y contención de los estudiantes.

Como próximo paso están previstas reuniones con el equipo de la Prosecretaria de Bienestar Estudiantil –ex DOE- destinadas a la contención de los jóvenes y sus familias a través de la tecnología.

Las acciones que se vienen llevando a cabo tienen la intención de que nuestros docentes cuenten con las herramientas necesarias para gestionar en la emergencia, de manera tal de poder planificar sus prácticas para que los jóvenes no sientan que se están implementando acciones remediales mientras se aguarda el regreso a la presencialidad.